Hablábamos hace nada sobre el inminente comienzo de la NBA y efectivamente llegó. También comentamos las posibilidades, las probablemente únicas posibilidades reales, de los Boston Celtics como alternativa al poder en el Este de las huestes Lebronianas.
Pues bien esa ilusion duro medio cuarto. No es que los celticos estén definitivamente fuera del juego por liderar la conferencia, pero con lo ocurrido al principio, muy al principio, de la temporada con la terrible lesión de uno de sus fichajes estrellas, uno de los tres líderes el All Star, Gordon Hayward, sus posibilidades se limitan de una manera drástica. Tan drástica como la espeluznante lesión del alero. Ver la imposible posición del pie de Gordon trauma a cualquiera.
Las lesiones son parte del deporte, eso es así, pero en ocasiones no es sólo la gravedad de las mismas, si no lo brutal y llamativo de la forma en que se produce.
Una de estas traumáticas experiencias también la vivió José Manuel Calderón cuándo, jugando en los Toronto Raptors, fue testigo de la salvaje lesión del actual presidente de la Federación Española de Baloncesto, Jorge Garbajosa, tras intentar taponar una bandeja de un jugador precisamente de los Celtic.
También está la brutal factura de tibia y peroné que sufrió Paul Georges con la selección de Estados Unidos y de la que se recuperó perfectamente en tiempo récord.
Otras de esas que te marcan cuando la ves, fue la de Livingstone, jugador de los Golden State Warriors cuando militaba en los Clippers. Se rompió todo lo rompible en la rodilla, los médicos marcaban como objetivo, no que volviera a las canchas, sino que volviera a andar con normalidad. Volvió de nuevo aunque le costó años, volvió y ahora forma parte de un equipo histórico.
Así que el bueno del Gordon comienza un nuevo y duro camino, con una meta diferente a la planeada en un principio, volver a las canchas lo mejor posible. No era lo que se esperaba para este año pero el reto está ahí. Ahora, manos a la obra.