Veteranos

Siempre se dice que la experiencia es un grado. Por razones obvias en el deporte es una afirmación de peor aplicación, el cumplir años a cualquier deportista de élite le pasa un alto coste, pues entrenar y practicar un deporte a estos niveles no tiene nada de sano.

El mejor momento, en muchos casos, de alguien que se dedica al baloncesto de forma profesional suele coincidir más o menos con la treintena, siempre que haya tenido suerte con las lesiones y, sobre todo, se haya cuidado como es debido, lo cual es un enorme sacrificio para un chaval de ventipocos años: cuidar la alimentación al detalle, evitar cualquier tipo de exceso, mimar el descanso y los entrenamientos fuera de la disciplina del club.

Cuando el deportista ha logrado cumplir con estas exigencias y, además, ha tenido cierto nivel de suerte, pueden darse gloriosos casos de longevidad deportiva insospechada a un nivel aceptable, bueno o incluso muy bueno como el glorioso Darryl Middleton.

Es nuestro Granca tenemos dos clarísimos casos. Albert Oliver está siendo clave en los momentos decisivos, cuando el agua está al cuello o simplemente cuando el equipo se atasca. Con la lesión de Kevin Pangos se ha visto en la necesidad, casi natural para él, de tomar mucha más importancia en el juego, aumentando drásticamente sus minutos y la erosión que esto exige a un cuerpo, que supera en 14 años al de su compañero de responsabilidades.

Albert, que lleva al ataque de nervios a mucho aficionado y periodista impaciente, está sabiendo aportar todas las facultades que se esperan de un base agresivo, capaz de cambiar el ritmo de un partido, desde tiros acertados en momentos muy calientes o de hundimiento, penetraciones destroza defensas y,  lo mejor de todo, una afición a postear harto impropia a un señor de 1’87 (todo un orgullo para los bajitos, para los de verdad, quiero decir).

El otro caso es aún más impresionante. Nunca hemos disimulado, somos fans acérrimos de Don Sitapha* Savané y no seríamos capaces de encontrar palabras malas sobre él.

Pero lo que lleva haciendo Taph los últimos tres años es de quitarse el sombrero y aplaudir despacio (rollo peli americana). Con sus 37 añazos el tipo hace ayudas a la presión sobre el base en mitad de pista y baja, tras ello, como un tiro bajo el aro con su par (flash), además sigue siendo capaz de poner en dificultades a pívots que le sacan 15 cm y 30 kg. Su principal virtud sigue siendo una fortaleza física impresionante a lo que ha sumado, con los años, mucha más inteligencia a la hora de gestionar los esfuerzos.

Esta última jornada contra el Manresa no sólo fue clave, sino que casi suplió a dos jugadores interiores (T-Rex Omic por lumbalgia y Pasecniks por incapacidad manifiesta) con muchísima soltura. Además, se permitió el lujo de hacer un mate a dos manos y bajar a defender para acabar con un tapón… ¡Es difícil molar más!

Al final de este año ambos contaran con 38 castañas, en el mundo del deporte profesional eso es ser más viejo que un bosque y, visto lo visto, si ambos se ven con fuerza para seguir un año más yo les renovaba sin dudarlo. Lo que ellos aportan no se vende barato por ahí fuera.

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*Llegará el día que los periodistas deportivos aprendan cosas tan sencillas como que nuestra isla se llama Gran Canaria y no Gran Canarias y que la “ph” se pronuncia como una efe. Al narrador de este fin de semana en movistar, me gustaría preguntarle si desayuna con una tostadita con queso “piladelpia” o si ha cantado alguna vez “hoy va a ser una gran noche” de “Rapael”

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