Dado la época del año en el que nos encontramos la falta de actualidad y un poco de veraniega desidia, hace que me incline por escribir de temas outseason, o en cristiano; temas intemporales, fuera de la actualidad del mundo de la pelota grande.
Pensando en que temas vagaba mi tierna y frívola mente adolescente hace un tiempo indeterminado, llegue a la conclusión que en mis febriles fantasías no brillaba en exceso la originalidad, soñar que era la estrella y llevaba con mano firme a mi equipo al triunfo es tema trillado y aburrido. Así que desechado queda. ¿Qué otras locuras me distraían de las cosas realmente prácticas como estudios y zarandajas similares?
Y si… si una estrella, la que yo eligiera, cualquiera, Abdul-Jabbar, Magic, Jordan, el que fuera fichaba por el Granca ¿qué pasaría? Pregunta de friki típico, del palo de… qué pasaría si Spiderman se enfrentara a Superman (pasó) o quien es más fuerte M.A Barracus o Rockie Balboa. Ese es el nivel. Pero, oye, que yo me echaba unas tardes buenísimas con la tontería.
A día de hoy, con la mejora física y técnica que hemos experimentado en el baloncesto FIBA y la defensas zonales el impacto de estrellas como Curry, James o Duran seguirían siendo enormes, casi definitivas pero ¿hasta qué punto? Tengo para mí, que en el baloncesto de hace quince o veinte años que un equipo de la parte baja de la tabla contara con Jordan o Shaq lo convertiría en claro candidato a todos los títulos. En el baloncesto ochentero en el que los titulares, prácticamente todos, jugaban cuarenta minutos, tener a Magic, Bird o Julius Erving te pondría los triunfos en bandeja, pero ¿y ahora?
No voy a dar respuestas, eso es lo divertido de estos debates estériles, a especular que es gratis y no se corre el riesgo de equivocarse. Porque creo que las posibilidades de convencer a LeBron de venirse a casa son escasa… aunque aún no ha renovado con los Cavs.