Tremendo susto —del que aún no hemos podido reponernos del todo— el que nos a dado Gregorio Stewart. Estaba cotilleando en Twitter cuando vi la noticia de «La Provincia»; un infarto y un fuerte golpe en la cabeza mientras jugaba una pachanga de baloncesto en Miami. Las noticias son algo confusas, algunas afirman que fue el golpe lo que provocó el infarto, cosa que yo desconocía que fuera posible, pero claro, son muchas las cosas que desconozco. En lo que todas las fuentes coinciden es en que está ingresado en un hospital de la ciudad de La Florida y en que su estado es grave, insisto, nada tranquilizador.
Por desgracia últimamente nos estamos acostumbrando a las malas noticias sobre la salud de ex jugadores. La vida fuera del deporte no siempre es fácil de gestionar y un deportista de élite, con lo que; la extrema exigencia física en su carrera conlleva, tiene que cuidar mucho su cuerpo en la reincorporación a la vida cotidiana. Alimentación, ejercicio moderado; una vida sin excesos.
Pero el caso de Gregorio no puedo verlo con el desapego que te da la distancia. Un deportista, que puedes admirar o al menos apreciar su talento, no deja de ser un desconocido en lo personal, y no es el caso. Vamos a ver, a Stewart no lo conozco personalmente, no somos amigos, ni siquiera hemos intercambiado más palabras que un saludo conciso en la entrada del CID o en el antiguo pabellón de Tamaraceite, pero mi historia con el basquet viene en gran medida marcada por Gregory Everett Stewart. Mi segundo año acudiendo a las canchas, el primero completo, vino marcado por Gregorio y su fuego genial, de apariencia indolente, como dejándose llevar, pero de una clase excelsa.
Con los años mi admiración al chico del Bronx no paró de crecer, los éxitos o fracasos del proto Granca de los ochenta y principios de los noventa venía en gran medida marcada por él. Cuando se acabó su etapa amarilla llegué a ver partidos del Granollers —su destino entonces— sólo para seguir admirando su juego y por una especie de completismo frikie que me alcanza incluso en el mundo de la canasta. Ya casi retirado continuó jugando en Caleta de Fuste y en La Palma, con unos resultados que como se dice en la prensa actual «te sorprenderán». Ya en la actual etapa en ACB del equipo amarillo tuvo un amago de regreso al Granca, estuvo entrenando un tiempo con el equipo, incluso llegó a posar en fotos oficiales. Eso no funcionó por razones poco claras y poco aclaradas. Si quieres puedes ver en youtube vídeos de un redondeado Stewart impartir lecciones de baloncesto en las canchas callejeras de gran Canaria.
En fin, espero que se recupere, que vuelva a su casa en la isla, que en algún momento alguien se decida a dar el homenaje que Gregorio se merece. Hay un veinte luciendo en el Gran Canaria Arena, pronto se le unirá un siete. Quizás haga falta un once que los acompañe, aún estamos a tiempo. Ahora lo sabemos.