Las perspectivas de futuro para cualquiera de los clubes de baloncesto de España, una vez se complete el anunciado cierre de la Euroliga, son muy poco halagüeñas. Si ya los equipos LEB fueron condenados, por la falta de interés o cintura de la ACB, al ostracismo y a la, en la práctica, imposibilidad de acceso real a la máxima categoría del baloncesto nacional, son ahora los pertenecientes a esta organización los que ven mermadas notablemente, por no decir, virtualmente amputadas sus posibilidades de crecimiento deportivo y por tanto, económico. Los patrocinadores privados son poco amantes de la caridad -y la filantropía es, sin duda, una dama griega – difícilmente se les podrá convencer de que un equipo de clase media ACB es un buen escaparate, cuando sus topes deportivos vienen marcados por contratos preestablecidos que excluyen premios al buen trabajo en despachos y canchas.
Siendo esto inapelable y encontrándose, además, fuera del manejo de la actual y recientemente establecida directiva grancanaria ¿qué medidas se podrían tomar para no sólo mantener el actual estatus, sino además aspirar al ansiado crecimiento? pocas, desde luego, pero ni mucho menos ninguna.
La consolidación y estabilidad a nivel de repercusión y visibilidad social, es una de ellas. Sabemos que la sociedad canaria centra su interés y atención deportiva en el fútbol y la implantación de este en todos los sectores, es crucial e inalcanzable para un club de baloncesto, pero no esta escrito en ningún lado que no se pueda aspirar a una mejora en la presencia social del CB Gran Canaria, no sólo a nivel de práctica deportiva en categorías de formación, sino en más aspectos. No sólo los resultados deportivos otorgan presencia mediática: una mayor implicación en todos los sectores de la sociedad; campañas solidarias, educativas, culturales, pero no sólo a un nivel de apariencia, sino con una involucración más profunda y real, hasta el meollo mismo. No basta con visitas institucionales a colegios, eso ya se hace y lo hacen todos, hay que profundizar, ir más allá. La campaña de recogida de alimentos encabezada por Savané, o la reacción ante las enfermedades sufridas por Kuric y el hijo de Kendall, demuestran lo fuerte que puede ser una marca como la del Gran Canaria, los valores que pueden añadir. Si damos una imagen moderna, solidaria, atractiva, con valores positivos y muy presente, nos hace interesantes para futuros inversores.
Todo el mundo quiere que lo relacionen con valores positivos, no sólo con triunfos deportivos; hay más factores a explorar.
No se puede negar, que a la actual directiva les mueve un interés en mejorar estos aspectos en la gestión del club, pero no es el momento de ser tímidos o poco ambiciosos. Si bien es verdad, que no podemos competir presupuestariamente, o deportivamente, con los grandes del baloncesto nacional y desde luego, ni de lejos, con la presencia mediática del fútbol; no hay ningún motivo, y menos teniendo de nuestro lado la maquinaria pública del Cabildo, para no aspirar a liderar estos valores solidarios, no sólo a nivel nacional, sino a tener una repercusión europea e internacional.
Vender una marca reconocible, diferenciada, que el Granca sea conocido por sus acciones extradeportivas. Eso, sin duda, nos haría más grandes. En todos los aspectos.