Edy: recapitulación de medio curso

En estos días la NBA completará la mitad de la temporada regular. Un momento apropiado para un primer aunque incompleto análisis de resultados.  Aquí nos centraremos en la trayectoria de nuestro canterano (el segundo en la liga americana) Edy Tavares.

No podemos dar buenas noticias, prácticamente no juega y cuando lo hace no permanece mucho tiempo en el parquet. Bien es cierto que lo poco que juega lo hace al nivel exigible pero desde luego no es suficiente para estar satisfechos.

Dicho esto me adelanto a los habituales pájaros de mal agüero y antes de que se regodeen en calificativos que vayan desde «fracaso sin paliativos» a  «ridículo espantoso», me atrevo a calificar lo que va de curso como «progresa adecuadamente», incluso como «trabajo bien hecho”. Antes de que los ya citados detractores de todo y residentes en villa mediocridad me lapiden por mi atrevimiento, intentaré explicarme. Incluso procuraré hacerlo con argumentos.

La vida de un rookie de la NBA suele ser dura y poco visible. Habitualmente nos fijamos en los mejores, los aspirantes a ser el mejor del año. Primeras rondas que por méritos y visibilidad tienen la confianza (más o menos) de sus entrenadores, pero hay otros que tienen que trabajar duro y además hacerlo fuera de foco para en un futuro disfrutar o no de una oportunidad en la mejor liga del mundo. Cuando encima eres aún jugador en formación esto lo complica todo un poco más si cabe. Es cierto sin embargo, que los medios materiales y de entrenadores que están a disposición de Edy  son enormes y que entrena y ve jugar a los mejores jugadores del planeta.  Paciencia y capacidad de asimilación son los ingredientes necesarios para la mejora y la ansiada oportunidad.

La historia de la NBA está plagada de jugadores que entraron de puntillas y se convirtieron en excelentes jugadores;  John Stars, Tyrone Lou etcétera. Cuando tienes las capacidades físicas y la voluntad de trabajo de Tavares no hay motivos para no soñar con el éxito.

Los privilegiados que  presenciamos la trayectoria desde cero del caboverdiano  y hemos comprobado hasta qué punto se hacía determinante en todo lo que ocurría en el juego cuando él se encontraba en la cancha, sabemos que en el momento que los Hawks cuenten con su concurso empezará a sumar. Siempre suma. Un jugador con su envergadura y con las normas defensivas de la NBA lo haría casi sin querer.

Claro que los bobicriticos de costumbre, esos que aprovechaban cualquier error de Edy para tildarlo de paquete agarrándose al peregrino argumento de que con ese tamaño no se puede fallar, esos que por lo que se ve en su vida profesional no conocen el error y sólo acumulan éxitos y elogios en sus incomparables carreras no entenderán nada de esto. Dirán que no juega porque es malo, que la NBA le queda grande. Son argumentos que ya usaron antes al hablar de Marc Gasol o mucho antes de Fernando Romay. Pero yo apuesto que, con un poco de suerte y con el trabajo que le doy por descontado que invertirá, nuestro canario de Cabo Verde va a terminar por ser uno de los jugadores defensivos más determinantes de la NBA

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