Los valientes que velaban por los cobardes

Siempre defendí que la cobardía es una opción de vida, no sólo respetable, sino que incluso recomendable. Por eso, y gracias a la inestimable ayuda del E-plus, veo la NBA en riguroso diferido. Por supuesto, esta costumbre tiene sus pegas… entro en un estado de autismo informativo durante las mañanas, para no enterarme de los resultados de la madrugada anterior, y me veo sometido a burdos chantajes de compañeros y amigos. En época de play off la cosa empeora notablemente, y durante las finales me encuentro a poco de salir de casa dentro de una campana de aislamiento sensorial. Todo sea, por el reconfortante placer de dormir aunque sea un ejercicio poco valeroso.

El disfrute se incrementa —mentiría si dijera que no—, cuando ves las maquilladas ojeras de los comentaristas de NBA+, y resuelves, que una parte del encanto de las retransmisiones se debe al encanto que la privación de sueño tiene sobre ellos. Hay que ser muy bueno para dar lo mejor de ti mismo en partidos que se alargan hasta convertirse en matutinos, y no siempre apasionantes. Nuevamente, los play off acentúan los efectos del cansancio al aumentar el número de partidos, y disminuir los descansos.

Recuerdo una retransmisión de la pasada temporada, donde Guillermo Gimenez y Ramón Fernández, lucharon a brazo partido con un insecto de las dimensiones de Shaq en pleno partido. En los tiempos muertos aguantaban no sin dificultad la compostura, pero en cuanto se reanudaba el juego, entraba por el audio la lucha a brazo partido —sería más exacto decir, que a golpe de chaqueta, pues alguna imagen del profesor Fernández, en pleno delirio cazador, se coló—. No todos los narradores, y comentaristas, lo llevan igual de bien. Mientras, el experimentado Daimiel parece inmune al cansancio; hay que reconocer, que Antoni no es dado al exceso en el gesto…sean las cinco de la mañana, o de la tarde, él mantiene su eterna cara de «lector de detalles invisibles», imperturbable como Bogart, tras una maratoniana sesión de Bótox. Otros, como José  Ajero, se ponen de lo más divertido cuando el cansancio lo vuelve un pelín cascarrabias.

El propio Daimiel ha comentado, en más de una ocasión, cómo el mítico Andrés Montes se quedó dormido en plena narración, con el añadido, de ser un partido diferido a horas de ser humano normal; efectos derivados de la falta de sueño.

Pese a todo el nivel del trabajo de los chicos del Plus es enorme. Los partidos son como los melones y no siempre salen buenos…pero ellos no te dejan aburrirte, te mantienen alerta, entretenido, con información y chascarrillos, y durante casi tres horas, que no debe de ser tarea fácil.

No es elegante nombrar a favoritos, y tampoco, tarea sencilla, pero fiel a mi línea de irreductible chaflameja, voy a por ello. Dentro de los narradores, se echa de menos a Carnicero, ahora dedicado a ACB y EUROLIGA, pero Nacho Cano Fermoso, y sobre todo mi favorito: Guille Gimenez, —maravilloso amonestamiento el de los últimos años, sólo le falta un par de tonos de piel—, mantienen el nivel. Entre los comentaristas, el profesor Fernández funciona muy bien con Guillermo Giménez ; y Ajero, tiene buena química con Cano y Fermoso. Daimiel es un clásico que parece saber hasta el último detalle del mundo del baloncesto, y sus, no siempre importantes, ramificaciones. Por otro lado, la visión desde la experiencia interna de Loncar, y Piti Hurtado es impagable.

En definitiva, mientras los cobardes dormimos, un grupo de valientes profesionales velan de nuestros sueños NBA, y acompañan, a los inconscientes que los ven en directo.  

¡Gracias cracks!

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