Itu Itu Itu…

Foto: http://www.defensacentral.com/

En mis primeras experiencias con el baloncesto el parquet solía ser marrón oscuro, los pantalones de juego parecían calzoncillos, un par de tallas pequeños, y la línea de tres aún no había sido instaurada o acababa de hacerlo —no es necesario afinar más, ya te puedes hacer una idea de mis muchos años en el planeta—. Los primeros partidos que ví en televisión eran los enfrentamientos europeos del Real Madrid y la selección española conquistando Hollywood. En ambos casos, uno de los protagonista era sobre quien hablaré en esta pieza, espero que afinada o al menos, no aburrida. El hermano del líder mediático y comidista Mikel López Iturriaga —Juan Manuel, creo que se hace llamar—. Era parte fundamental de un baloncesto vivo, ágil, y alejado de la dictadura de los físicos  hercúleos, que actualmente y si el profeta Curry no lo impide, seguirán tiranizando el baloncesto.

Pese a la fama y el indeleble apodo Itu no sólo corría el contraataque. Era un jugador que tuvo que competir contra y con unos jugadores míticos del baloncesto español: Epi, Sibilio,Margall (Villacampa en la selección) o Jackson, Townes, Del Corral en su equipo. Y no desentonó cuando los banquillos, no es que no fueran profundos, es que prácticamente eran intrascendentes. Si repasamos estadísticas ochenteras comprobaremos con asombro que raramente jugaban más de siete jugadores por equipo, y que los no titulares probablemente no alcanzarían la decena de minutos de juego; jugarse los partidos enteros era el pan nuestro, y salir de la rotación la muerte deportiva.

Y ahí teníamos a nuestro Itu compitiendo a buen nivel, con un repertorio, como ya he comentado, que iba más allá de ser un palomero o tratar de romperle el puño a Mike Davis con la cara. Tengo que admitir que en ocasiones, la vanidad me puede y presumo de ser más viejo de lo que soy en realidad. Por eso, mis recuerdos del juego de Iturriaga no son demasiado nítidos. Lo que recuerdo es: un jugador rápido; capaz de anotar con cierta regularidad, a pesar de no ser un especialista en el tiro, gran defensor, buen físico, y mucho corazón, quizás demasiado.

En la recta final de su carrera abandonó el Madrid y puso rumbo a su tierra bilbaína —no se puede ser más de Bilbao que Itu, la verdad—. La salida no estuvo exenta de cierta polémica y oscurantismo, Petrovic y su polémica sombra estaban ahí, aunque nunca se supo hasta qué punto fue determinante su papel. El caso es, que en el por aquel entonces llamado Caja Bilbao, Iturriaga jugó, por primera vez, en nuestro añorado Centro Insular de los Deportes. En ese partido mi objetivo principal fue fijarme en ese jugador al que siempre había visto por la tele y que ahora trataba, —sin éxito ese día—, de hacer hincar el pico a mi Granca.

Iturriaga no tardó en  retirarse. Aún bastante joven, la verdad, pero era otra época y otro baloncesto. Perdimos un jugador pero ganamos un hito mediático, un tipo divertido e inquieto que ha hecho de todo, y casi siempre bien. Una medalla de plata olímpica, de la que no le gusta presumir, —pese a lo mucho que le presionan para que lo haga—. Una estrella no al nivel de Mikel… pero casi.

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