Un título en diferido

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Mis primeros recuerdos del Granca fueron de la mano, como era previsible, del co-redactor de este blog… hace aproximadamente veintidós años con 11 añitos por cumplir. Era un partido amistoso, imagino que de pretemporada, entre nuestro Granca y el CAI Zaragoza con toda una leyenda como Fernando Romay en sus filas. Por nuestra parte, un equipo de EBA que ascendió ese año a ACB, Juanma Marrero, Berni Hernández o Brian Clifford del que, por razones que aún mi hermano es incapaz de comprender, me hice “fan” (tal vez el primero y último que tuvo).

Años más tarde, no pocos, me aboné al CB Gran Canaria en la temporada 1998-99 para pasar a ser “mopa” un par de años más tarde… Desde entonces me he gozado todos los mejores años de la historia del club sin faltar a casi ningún partido. Sólo una temporada, viviendo fuera por estudios, me perdí los partidos aun manteniendo el abono. Y aún así, haciendo de tripas corazón, veía tantos partidos como pude a través de la televisión autonómica de Castilla y León*. Pero durante todos estos años, pensar en un título era una quimera hasta hace, más o menos, dos años, cuando empezamos a disputar con garantías la Eurocup o el simulacro de milagro de la Copa del año pasado. Aún con esos casos, a fuerza de experiencia, parece que ser del Granca implicaba quedar siempre en el “casi”, en el “por poco” o en el odioso “campeones morales” o el titular de “combativo Gran Canaria”.

Tras todo esto, tras sufrir casi arrodillado los tiros libres de Taph Savané (eterno capitán) contra la Penya, tras la penetración de Carlos Cabezas en aquel play-off tras el regalo de Melvin Sanders, el año horrible de Rex Walters y Warren Kid, el regreso de Morton, los diez años enteros, con todos sus tapones en contrataque, del legendario Jim Moran…

Tras tantos momentos que han configurado mi vida con un apéndice más de mi cuerpo que es estar pendiente del Granca, voy y me voy de viaje justo el fin de semana de la SuperCopa de 2016. Y no me voy al sur o a Fuerteventura como es lo habitual. Por suerte, teñida de mala suerte por unas horas, toda la SuperCopa me pillaría en alta mar sin acceso ni legal ni ilegal a la retransmisión de los partidos.

Al llegar a tierra, una frase suelta en una televisión de fondo, un aluvión de mensajes de WhatsApp y twitter… “En la SuperCopa el Herbalife Gran Canaria se ha proclamado campeón tras…”.

El primer título del Granca no lo había podido vivir, ni comentar, ni siquiera ver en diferido… me había enterado a traición.

Tuve que conformarme con ver el partido el domingo por la mañana al regresar a casa, pocas horas antes de ir al partido versus CB Canarias, donde jugamos tan bien, por cierto. Con esa sensación que te dejan tantos días de marea, que parece que compartían los jugadores.

Ver las celebraciones con esa frialdad de quien ve “recuerdos” de otra persona, creando una distancia con cierto regusto amargo.

campeonesprismaTal vez, precisamente por haberlo vivido en diferido, en la distancia, en la frialdad… Tal vez precisamente por eso, tengo tan claro que aunque se califique de título menos y no nos “sirva” de nada para el resto del año, haber logrado un título oficial nos coloca en una posición que tantos y tantos equipos ansían, que muchas aficiones ni han vivido ni jamás vivirán. Un título que puede ser menor pero que lo disputaron sin duda alguna los tres mejores equipos de la ACB y, por ende, más o menos de los 10 equipos mejores de Europa.

Atesoremos con cariño estos recuerdos, porque probablemente dentro de años nos preguntemos ¿Dónde estabas tú cuando ganamos aquella  SuperCopa que fue la primera?

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