Si eres aficionado al baloncesto y te puedes permitir pagar lo que piden la buena gente de Movistar por su producto, (si se ve ironía en el calificativo sera únicamente responsabilidad del lector, que esa gente no sé si sera buena, pero poderosa es un rato; tanto al menos, como yo cobardón) podrás ver baloncesto hasta aburrirte. Casi treinta a la semana, puede que más. Pero no siempre fue así.
Hoy en día puedes contratar el servicio de la NBA: el leaguepass, y gozarte todos los partidos de la liga regular (ochenta y dos por equipo) más todos los playoff. Pero no siempre fue así.
Si te manejas bien con las redes sociales podrás ver amplios resúmenes de todas las competiciones, europeas y americanas. Pero no siempre fue así.
Si tienes la anteriormente citada habilidad con los medios contemporáneos no te costará dar con partidos de competiciones menores, semi-profesionales, amateurs, de formación y de cualquier punto del mundo. Pero no siempre fue así.
Hubo una época, no tan lejana, en la que el mundo era mucho más grande, en la que lo que pasaba esta noche en, por ejemplo, Chicago, no trascendía al común de los mortales en tiempo real, ni siquiera en unas horas. Lo normal es que leyeras el resultado la siguiente semana si ponías mucho interés, si no, ni eso.
Y de ver imágenes olvídate, sólo unos pocos privilegiados con grandes conexiones veían partidos NBA. Los demás nos encontramos con la mejor liga de deportes del mundo viendo partidos de las finales, sueltos y en riguroso diferido. Ya bien entrados los ochenta disfrutamos de un partido a la semana, y da gracias.
Si vivías en una ciudad con equipo podías acudir al pabellón cada quince días aproximadamente. Por televisión o eras del Madrid o Barça o ya podías esperar a ver a los tuyos sentados. Y claro, date con un canto en los dientes con un partido a la semana, o que te roben los últimos minutos del partido por que empieza uno de fútbol o el telediario, que pasaba, jurado que pasaba, y no pocas veces.
Los frikies del baloncesto, que por supuesto no utilizábamos ese adjetivo, que es una cosa muy novedosa, nos enterábamos, disfrutábamos y vivíamos el baloncesto leyendo el Gigantes de la semana, el Basket16 o la revista que tocara. Nada más.
Así que si te dicen eso de «en mis tiempos si que…» o «como lo de antes no …» ten claro que nada cega más que la nostalgia. Nunca hubo un tiempo mejor que el actual para disfrutar del baloncesto. Tenlo claro y disfruta.