Estas últimas semanas, en las que todo el mundo parece hablar de los límites del humor, me han hecho fijarme en que, en el baloncesto, a diferencia de lo que ocurre en mi «querido fútbol», el sentido del humor está presente muy a menudo. Me vino la idea a la cabeza viendo en YouTube un vídeo del programa de la SER llamado La Vida Moderna. Es un programa de humor tremendamente gamberro en el que llevan la irreverencia a niveles épicos . Pese a ello, pusieron un corte de una retransmisión de un partido de la NBA en el que los grandes Guille Giménez y Antoni Daimiel, se entretenían con sus habituales chascarrillos, para sobrellevar los eternos tiempos muertos (Disfruta aquí del momento). Era tal el nivel de surrealismo de sus bromas, que los cómicos profesionales, acosados en su propio medio, se partían de risa, recibiendo, como diría el propio Ignatius Farray, «la puta lección de humildad de sus vidas».
Este estado habitual de buen humor y risas en la emisión de los partidos de la NBA desengrasa y facilita la digestión de los mismos, cosa que en ocasiones es algo innegociable. Pero no sólo se suscribe a la cadena que da la NBA, el también programa de Youtube «Colgados Del Aro» (que tantos posts me han inspirado, gracias infinitas), llevan el cachondeo a tal nivel que tipos como Javier Coronas o Pepín Tre se sienten en su salsa, y en no pocas ocasiones, el pobre Iturriaga ha estado a una risa más de irse a casa con una sospechosa sombra en los pantalones. Si es que hasta el impasible Daimiel ha perdido su legendario control en alguna ocasión, cosa que no lograba ni Montes.
En los podcasts de baloncesto también se suelen afrontar los temas cotidianos con una cierta perspectiva y buen humor, alejados del dramatismo reinante y tan insoportable, dicho sea de paso, en las tertulias futboleras (indistinguibles de una de las agrias tertulias políticas o incluso rayando el estilo «Sálvame»)
Es de agradecer poder disfrutar de un deporte donde aficiones como la grancanaria y la lagunera, en vez de ir escoltadas por la policía cuando se visitan, se van de cañas al final del partido. Donde se pueden congregar ocho aficiones en un recinto cerrado y ser una fiesta sin postureo. Donde los «disgustos» por una derrota no pasan del rato posterior al encuentro. Un deporte donde somos capaces de ver las cosas con perspectiva, buen humor, e incluso, un sentido de la ironía que refleja inteligencia.
Contaba el cómico Goyo Jiménez, cómo en la presentación de uno premios del mundo del fútbol le era casi imposible entrar en complicidad con las estrellas del deporte rey, cosa que nunca le había pasado con los del baloncesto.
Así que; ojo cómicos españoles, que los Romays del mundo vienen a comerles la tostada. Que mientras los Ronceros de esta España futbolera sigan viviendo de envolverse en trapos de colores, con la intención de diferenciar a los conciudadanos, mientras sigan generado bilis y mal rollo para llenar otro inútil minuto de tele o radio basura, que mientras continúen en su mundo viejuno de odios irracionales y faltos de humor (inteligencia) de sus estrellas y alguno de sus aficionados, nosotros a lo nuestro, a pasarlo bien con el baloncesto; la nueva comedia.