Un final de película

Los bloqueos funcionan a la perfección, Kyle corre, libre de marca, al exterior de la zona, recibe el balón, tiene un tiro liberado de tres y estamos a dos puntos, quedan segundos… Es el escenario ideal para el típico final de película americana. El héroe, renacido desde la adversidad, recupera su trono en el momento más importante, cerrando una victoria que hace saltar, abrumada de felicidad, a su afición…

El final de la temporada regular fue bastante agridulce. Pocas semanas antes del último partido, teníamos opciones matemáticas y creíbles de ser cabezas de serie, garantizando el factor cancha y un rival más “asequible” si eso existe en el Play Off de la ACB. Pero sufrimos un bajón de rendimiento que se hizo muy palpable en los partidos versus Fuenlabrada y la Penya. Tampoco fue un gran partido el jugado en Vitoria donde nos endosaron cuarenta puntazos en un solo cuarto.

Los pájaros de mal agüero ya andaban, cuchillo en mano, intentando hacer sangre refugiados bajo la etiqueta de “críticos”. Los que queríamos ser más optimistas, y que conocíamos la dificultad de esta liga, dejábamos nuestras esperanzas en manos de los difíciles partidos de los rivales.

oliverplayoff

Finalmente, no pudimos subir del séptimo puesto y, a ultimísima hora, una derrota inesperada dio por rival en cuartos de final al Saski Baskonia. Dentro de la enorme dificultad que supone jugar contra semejante equipo, diseñado para llegar a la FinalFour de Euroleague, estaba la mística irracional de ser el único rival y la única cancha que nos ha visto pasar de fase en un Play Off.

El primer partido fue un desastre. Aunque Luis Casimiro quería incidir mucho durante el postpartido en la buena actitud defensiva (y es cierto que supimos dejar en pocos puntos a un potente rival) nuestro ataque fue un descalabro. Los primeros minutos enseñaron el mal camino que recorreríamos: balones bien movidos, buenas penetraciones que acababan todas con un tiro fallado muy cerca del aro. La desesperación iba a terminar por aparecer.

Fue un mal apartido y es mejor olvidar. Ahora tocaba ir al Gran Canaria Arena. El partido, tal vez, más nocturno de la temporada trajo consigo, sin duda, el mejor ambiente del año. Ruido y buen ánimo desde el inicio. Si el primer partido fue de los que espantan al espectador neutral, el segundo partido de la serie fue de los que hacen afición.

Tal vez el mejor Granca del año, jugó exactamente como necesitaba: defensa intensa y que desesperaba al rival, muchas recuperaciones y, gracias a esto, atacar corriendo para demostrar nuestro mayor potencial en ataque. Un partido que nos mantuvo casi en todo momento con el marcador en positivo, pero con un Baskonia que acechaba muy próximo, en especial, en el inicio del último cuarto.

Con el miedo en el cuerpo durante todo el partido, ganamos el segundo partido logrando forzar el tercero y, sobre todo, recuperando la autoestima para afrontarlo.

Llego el tercer y último partido, el más emocionante de la serie, con toda la tensión que esto implica. Durante toda la eliminatoria vimos grandes momentos de casi toda la plantilla. Un discutido, por algunos, Bo McCalebb demostró el talentazo[i] enorme que tiene llevando a la amargura a Shane Larkin. Un excelso Roycee O’Neale se puso en el escaparate firmando los mejores partidos del año con esa mezcla que posee de manejo de balón y atrevimiento en la penetración y el tiro. Y el capitán…. El capitán siempre aparece, el capitán no deja que pasen las oportunidades sin luchar, el capitán es nuestro carácter y así lo demostró: dos partidos absolutamente impresionantes, a su mejor nivel desde que viste de amarillo. Enorme Eulis Báez, nuestro capitán.

Pero llegó el momento de la verdad, llegó el final de película, Kuric corría aprovechando a la perfección los bloqueos y tuvo su tiro para la gloria. La vida, tristemente, no es como las películas y ese tiro no entró. Nos quedamos todos con esa emoción contenida, ahogando el grito de alegría que teníamos ya en la antesala de la garganta. Ese balón no entró y la temporada acabó para nosotros.

Toca lamernos las heridas, esperar a que cicatrice un poco y sólo entonces valorar el año. Pero no puedo evitar que, de primeras, tenga buen gusto de boca, pese al amargo del último bocado.

 


[i] Es una estrella de este deporte, si el físico le acompañase sería un top de Euroleague si no de la NBA.

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