Recogida del abono muy diferente

recogida abonoHoy, como todos los años desde hace ya bastante tiempo, he ido a buscar mi abono a las oficinas del Granca. Es una tarea a medio camino entre el trámite burocrático y el ritual. Vas allí intentando pensar en el horario más inhóspito posible para procurar evitar hacer cola (misión fallida, como casi siempre) y esperas pacientemente a que te den tu tarjeta de abonado.

Una tarjeta que no es un simple cacho de plástico… bueno, si que lo es, pero entiéndanme, ese cacho de plástico no es el carnet de socio del club Megatrix, esa tarjeta te permite acceder a ese espacio, a ese rato tirando a largo en el que aparcar tu vida dulce, amarga o agridulce y entregarte a esa mezcla entre espectáculo, deporte y pasión.

Una vía de escape que no acarrea amarguras pues la derrota, una vez fuera del pabellón, es un problema menor y, en cambio, la victoria tiene la capacidad de animarte el día oscuro o revitalizarte para la semana que comenzará en unas horas. Una afición que tiene la capacidad, difícilmente explicable para aquel que no la ha vivido, de generar una implicación con un grupo de personas que no conoces realmente, pero que se convierte en tu equipo, con todas las implicaciones que esto tiene a nivel anímico.

Los miembros de esta “redacción” bloguera no son precisamente nuevos en la cuenta de abonados del CB Gran Canaria: mi compañero en este blog, dado que tiene más años que un bosque de sequoias, empezó a ver partidos del Granca en aquel maltrecho pabellón de Tamaraceite y se abonó por primera vez en el curso 1989/1990 y disfrutó de un no muy buen año (descendimos) con jugadores como “Gregorio” Stewart y Tom Scheffler o de algunos otros que aún siguen en el club 27 años más tarde como un tal Berdi Pérez o Joan Pera Vila.

Yo llegué como abonado exactamente diez años más tarde, en la temporada 1999/2000 y aún hoy puedo decir de carrerilla toda la plantilla de aquel año (Berni, Brabender, Iván Rodríguez, Racca, Clifford, Juanma Rodríguez, Berni Tamames, Deon Thomas, Kenny Miller y Rafa Vega, amén de algún canterano, el sustituto de Kenny por lesión David Wood y Juanmi Morales al que, curiosamente, reconocí hoy mientras esperaba por mi abono). Desde entonces todos los años he ido al Gran Canaria salvo el que me pasé fuera por estudios.

Tengo tantos buenos recuerdos asociados al CID y, recientemente, al Gran Canaria Arena: los triples de Klein, lo bruto que era Bud Eley, los “cuernos” que hacía la cabra loca de Esposito, la llegada de English o Carroll, como se reía Kenny Miller cuando Nikola Lončar hizo el amago de ir a pegarle (o suicidarse, según se mire), los años que disfruté siendo mopa durante los partidos, aquellos tiros libres de Savané (casi me da algo), el homenaje a Jimbo tras haberle admirado tantísimo o cuando nos vimos dentro de la final de la Eurocup… por citar sólo algunos.

Por eso, no me pidan que ir a recoger el abono sea un trámite más cuando recuerdo perfectamente como el primer año el abono era una especie de libretita con todas las entradas y pegaba en mi pared aquellas que habían sido significativas, como la primera victoria contra el Barcelona en ACB. Hay algo muy emocional en dedicar tanto tiempo a algo como esto.

Aún con todo esto, o incluso por todo esto, la recogida de este año del abono tenía un punto amargo muy marcado. No lo pudo compensar, si quiera, el hecho de tener la suerte, por segunda vez en mi vida, de ganar un sorteo del Granca y haber ganado una camisa (la anterior vez fue una equipación firmada, molaba más… pa’que engañarnos).

Este año ha sido una recogida un poco amarga porque no podré ir a los partidos esta temporada salvo si, paradójicamente, tengo muy mala suerte. Y es que este año, como tantos otros antes que yo, he decidido ir a buscarme las lentejas fuera del país y, obviamente, de nuestra querida Gran Canaria. Seré un abonado en el exilio, ni siquiera tengo muy claro cómo de difícil me será ver los partidos (cosa que intentaré hacer recurriendo a lo que sea necesario). Me he abonado para conservar mi localidad y antigüedad, además algún familiar disfrutará de mi asiento y quien sabe si yo podré verlo por navidad o similar.

Les puedo garantizar que echaré muchas cosas de Gran Canaria de menos, pero una de las que más será ir las mañanas de los domingos al Gran Canaria Arena con mi hermano y disfrutar cotilleando sobre la actualidad deportiva, las playeras horteras que tanto le gustan a los jugadores y a él, o de lo bien o mal que nos va este año.

No obstante, aquí estaré: desde el blog, desde twitter o desde cualquier web (por oscura que sea su procedencia) que me permita vivir a nuestro Granca en la distancia, no pienso dejar de grancomentar.

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