Reflexión antes de ir de copas…

Pues hoy ha empezado la Copa ACB, una Copa que no voy a poder disfrutar… como casi toda la liga, pero que seguiré muy atento en cada ratito que pueda echar un ojo al móvil. No nos vamos a repetir, otra vez más, hablando de lo trascendente que es la copa, lo especial que es o lo divertido que es vivirla desde dentro… más que nada, para no deprimirme por no poder disfrutarla en un año que, además, se juega en casa.

No obstante, antes de que mañana nuestro CB Gran Canaria arranque su corta o larga participación en la misma, cabe utilizarla como reflexión pues es, como de todos es sabido, el ecuador de la temporada.

Empecemos por los principios, me explico: apenas he visto partidos este año y no voy a caer en eso, que tanto ocurre, de valorar al equipo mirando estadísticas, comentarios, resúmenes u opiniones de terceros. Por lo tanto, me limitaré a valorar la situación general del equipo y que tipo de reflexiones me provoca.

Este año jugaremos la Copa ACB, si, pero como anfitriones, pues en la cancha no nos hemos ganado el derecho de jugarla. Debería ser el UCAM el que mañana se enfrentara al Fuenlabrada pues así se lo ganaron en la pista. Más allá de otro tipo de razones[i], la realidad es que a mitad de temporada no estábamos entre los ocho mejores.

Dos jornadas más tarde si lo estamos, demostrando que no es una situación grave, pero dada la inversión realizada el rendimiento no está siendo el esperado. Hay explicaciones más o menos obvias, como las lesiones sensibles de Aguilar, Eriksson y, sospecho que especialmente, la de Oliver que en temporadas pasadas había sido el “latido” del equipo. Además, uno de los jugadores que estaba destacando más al inicio de la temporada, derrapó a lo bestia en Twitter y acabo pillando un avión para abandonar el club[ii]. Parece haber un consenso en que el nivel de nuestro querido “Pachi”, Anžejs Pasečņiks, no está siendo, ni por asomo, el esperado por su progresión en la temporada pasada o sus aspiraciones NBA.

No me siento capaz de descartar que, sabiendo que la clasificación para la Copa era un hecho, el equipo técnico decidiera que buscar el punto de forma en otro momento de la temporada más propicio. Al final, la realidad es que nos jugamos más a corto plazo en EuroCup o los Play Off que en la Copa.

Parece evidente que no damos con algunas claves en cuanto a jugadores durante la pretemporada. Durante varios años consecutivos no hemos logrado juntar una pareja de cincos que marcaran claramente diferencias, por unas razones u otras, al final siempre uno nos sale un pisco rana. También es cierto que, el nivel de competitividad que nos daba Kyle Kuric, no se está logrando este año, sumar tantos puntos por partido no es algo menospreciable.

Pero con todo esto y, probablemente, con más cosas que se me escapan al no poder ver la mayoría de los partidos, el hecho es que la razón por la que no hemos logrado el objetivo es, y sé que es una perogrullada, que los rivales han sido mejores. ¿por qué señalo esta obviedad? Pues porque me parece importante hacer examen de ego tanto en las victorias y los momentos dulces, como en las derrotas. “Ni éramos tan buenos, ni somos tan malos” o algo similar dijo una vez Pedro Martínez.

El modelo de información deportiva que tenemos exalta las emociones, los valores absolutos y los análisis pobres que puedan llevar a una vistosa confrontación. Esto hace que, con mucha facilidad, se caiga en la inmediatez de la emoción y no se vea las cosas con la perspectiva necesaria. Por todo esto, y tal vez porque uno ya va sumando años en la grada del Granca, creo que hace falta un poco de perspectiva.

No debemos olvidar quienes somos ni de dónde venimos. No podemos creer que por tener un super pabellón, que no ha sido financiado por nuestros éxitos deportivos, y un presupuesto envidiable para una gran parte de la liga, ya tenemos los resultados como “exigencia” o seguros: es un deporte y al final son muchos factores que influyen para ganar o perder.

Nosotros hace no tanto, con presupuestos más bajos que los rivales, lográbamos esos éxitos que ahora creemos irrenunciables. Para conseguirlo, superábamos a equipos con mejores presupuestos y era, porque como hacen ellos ahora, hacíamos nuestro trabajo mejor.

En cierto modo, tal vez nos hubiera bien no jugar la Copa, para recuperar esa modestia como público que nos hacía sacar de nuevo a la pista al equipo con una sencilla victoria. La modestia era una seña de identidad… no debemos creernos eso de “ahora somos grandes” porque ese lema señala el camino para perder nuestra seña de identidad e ir de cabeza al desastre.

Sea como fuere, la vamos a disputar, y mañana habrá que darlo todo para lograr vencer a un Fuenlabrada al que deberíamos temer (y mucho). Intentar romper con el “gafe” del anfitrión y competir con la entrega del modesto que tiene todo por ganar y nada que perder, ese espíritu que hacía del Granca un rival muy temible.

El Canarias ya ha hecho su parte: ¡hagamos ahora la nuestra!


[i] No niego la importancia de que el anfitrión esté presente, más con la importantísima inversión económica que implica tener la Copa ACB para las instituciones públicas locales. No obstante, a razones exclusivamente deportivas, el mérito debería ser el motor de todo este circo pues, al final, toda inversión en cualquier equipo se realiza siguiendo el principio de “si va bien, habrá retorno por promoción”. Los patrocinadores que pusieron pasta en Murcia no verán ese retorno pese a haber ido muy bien.
[ii] Cuestión más que razonable, para mi gusto, que me gustaría tratar en el futuro de forma digamos que más abstracta, sin centrarme en un solo jugador.

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