No son buenos tiempos para nuestro Granca pese a estar celebrando los 1000 partidos en ACB y nuestro primer año en Euroleague[i]. Vamos decimocuartos (1-5) en la competición europea y decimoséxtos en la ACB (2-6) empatados con los dos últimos[ii]. Tenemos un impresionante récord de 3-11. Obviamente, la cosa pinta muy mal.
Para vernos en una situación tan complicada tendríamos que remontarnos 18 años atras. Sí, 18 largos años. En la temporada 2000-2001, el Granca estaba igualmente en la jornada octava con un récord de 2-6 en ACB y en aquel caso penúltimos. No deja de ser un paralelismo curioso que en aquella lejana temporada fuera en la que el Gran Canaria jugaría competición europea[iii] por primera vez. En cualquier caso, no pretendo hacer una revisión histórica de la situación del Granca, pero recordar esto nos vendrá bien al final del post.
Resulta evidente que el Gran Canaria está en problemas. Muy severos problemas si observamos el calendario que tenemos por delante los próximos diez días[iv] y que hace pensar que hasta el mejor Granca tendría suerte si ganara más de dos de esos encuentros.
Para hacer cualquier análisis mínimamente riguroso, aunque esté inevitablemente bañado de subjetividad, tiene que contener tres partes: contexto, problemas y soluciones.
El contexto está claro: la elección de Salva Maldonado llevaba de la mano la elección de un tipo de juego que conjugaba espectacularidad y un altísimo grado de riesgos tanto en ataque como en defensa. Esto requería de una plantilla que se adaptara a este tipo de juego, partiendo de los jugadores con contrato y que confeccionaban una plantilla para un juego bien distinto.
Además, una parte de la afición estaba subiendo las expectativas a niveles bastante absurdos (desde mi punto de vista, obviamente) olvidando que la Euroleague nos quedaba muy grande y que participar en ella era un premio que nos haría sufrir[v]. Además, la llamada “marea amarilla” desde hace unos años se está “aburguesando”. Se está sintiendo cómoda como parte de la élite[vi] y que pertenece a esa posición por derecho propio, olvidando lo ocurrido con otros como Girona, Bilbao, Valencia (en muchas ocasiones), Estudiantes o la Penya, por poner algunos ejemplos. No voy a abundar en esto porque lo he tratado ya mil veces.
El problema no es tampoco muy difícil de ver: jugamos a tirar lo más posible de tres y aumentar el número de posesiones por partido todo lo posible. En ataque esto supone arriesgarse a que los tiros no entren por distintas razones, incluida la anímica.
En la parte de ataque, la cosa no está mal. Anotamos mucho y los puntos vienen más o menos repartiditos pese a contar con la entrada en ritmo muy tardía de Marcus Eriksson[vii]. Solamente echaría en falta soluciones alternativas para cuando el tiro exterior no funciona. Un juego interior más sólido. Pero no es nada demasiado grave.
En la defensa es donde viene el problema. Al igual que en ataque arriesgamos muchísimo, muchas ayudas en el medio campo, mucha presión al balón, mucha defensa a las líneas de pase… Este tipo de defensa agresiva es ideal para forzar perdidas y correr al contraataque (que es lo que se busca, supongo) pero requiere de un desgaste físico muy alto y genera muchos desajustes. En nuestro caso, la zona bajo el aro queda innumerables veces desprotegida y cada partido recibimos un montón de puntos bajo el aro, en muchos casos, sin defensa alguna. Ayer contra el Canarias fueron más de 20 puntos bajo el aro.
Para mi gusto, en el apartado de problemas (y se que esto será lo más polémico y no me creo que lo esté diciendo) la afición debe constar. La impaciencia, la falta de complicidad con la situación de un sector importante de la afición se hace notar. Los nervios, el mal rollo, el ánimo o el optimismo se trasmiten en ambas direcciones (cancha-grada y grada cancha) y es precisamente por eso el papel de la grada puede ser tan importante.
Imagino que habrá razones que se me escapan para que, de los más de ocho mil abonados, solo vayan unos cuatro mil y pico[viii]. Tampoco pretendo que todo el pabellón sea como la Grada Loca porque eso te va con el carácter, con el ánimo físico o incluso la forma de disfrutar el baloncesto[ix]. Pero si no logramos trasmitir ánimo y sólo trasmitimos nerviosismo, impaciencia y desesperación… Es complicadísimo que los jugadores se repongan a eso, dado que las circunstancias nunca van a jugar a nuestro favor, particularmente en las próximas semanas.
Respecto a las soluciones: imagino que muchos pensarán que se debe prescindir de Salva Maldonado para dar un golpe de efecto, buscar un cambio en el juego o la defensa. La verdad es que por una vez, no me siento en la certeza de negar este camino. Pero sigo creyendo que se debe continuar con aquello que se ha apostado, pero en este caso hay que corregir cosas, básicamente la defensa: debe ser más garantista, aunque nos obligue a bajar el ritmo. No puede ser que cualquier equipo nos anote 90 puntos, que no pillemos un rebote en defensa ni por error, etc.
Tal vez la solución sea dar más fondo de armario al equipo o simplemente que Salva, primer interesado de todo esto, se deje de obcecar con determinado estilo.
Procurar olvidarse de la Euroleague todo lo posible, porque si nos resta demasiadas energías, y no retomamos el pulso a la ACB, el problema puede dejar de ser entrar o no a la Copa o el Play Off, sino tontear con el descenso[x].
Desde la grada entender lo que suma y lo que resta, y los silbidos (con razón o sin ella) no suman. Es así de sencillo. Si quieres mostrar tu desconteto pon un tweet, una pancarta en tu casa o manda un correo al presidente: pero en la cancha apoyo absolutamente incondicional pase lo que pase.
Hoy escuche en la SER que “parece que no se puede críticar al Granca”. Los futboleros creen que el Granca ha estado protegido pero lo que ha pasado realmente es que… El Granca ha hecho las cosas bien durante muchísimos años (no estamos así desde hace 18 años) y por eso rara vez ha habido razones serias para la crítica. Además, creer que “criticar” es algo así como de virtud del buen aficionado es una estupidez.
Este blog, obviamente, se dedica a la crítica entre otras cosas. Las críticas ácidas y destructivas son inútiles, demuestran poca inteligencia y empatía. Desde luego no necesito ensañarme con los que cometen un error para demostrar que sé que han cometido un error (en especial cuando el que lo comete, sabe infinitamente mejor que yo que lo ha cometido).
Una idea polémica: no todas las opiniones valen lo mismo, hay opiniones desinformadas, poco formadas o muy formadas. El público, salvo excepciones, tiene la idea justa de esto para echar la tarde (y me incluyo) aunque llevemos 20 o más años viendo baloncesto. En cambio los profesionales como Berdi Pérez o Salva Maldonado no sólo tiene mejor formación, sino que también tienen más información. Su opinión es más valida que la nuestra, así de simple.
Por eso intentamos tomarnos las cosas con humor, intentamos apoyar y ser útiles, crear buen clima y procurar incitar a tener una actitud lo más constructiva y en positivo posible. Huimos de actitudes como silbar o abuchear, pues son muy agresivas y desagradables (ni entrar a hablar del insulto).
Berdi Pérez es quien tiene la responsabilidad de decidir qué es lo más oportuno para el club. Podemos estar seguros de que no está menos preocupado que ninguno de nosotros y, desde luego, que ha visto lo mismo que nosotros y más. Dado que es él quien toma o no las decisiones, creo que debemos confiar en su criterio que ha demostrado ser acertado en tantas ocasiones.
“Tengo derecho a expresarme libremente” dirá alguno, y esto es así… Tienes todo el derecho. Igual derecho que yo a juzgarte por esa actitud pública y censurarla ante quien tenga interés en leerme. Creo que la grada puede sumar o restar y ayer restó, pese al enorme esfuerzo de la Grada Loca que se deja el alma en crear buen ambiente.
Tenemos unas semanas complicadas por delante, intentemos afrontarlas con una sonrisa y empujando siempre, aplaudiendo, trasmitiendo que estamos con ellos, con todos, con todo el equipo: jugadores y cuerpo técnico. Hacer esto sí está en nuestra mano, el resto depende de ellos ¿hacemos nuestra parte?